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#06 October 2014 / El artista como arqueólogo

Hacer sitio para una arqueología de lo porvenir

The Imaginary Republic

Curator: Luis Guerra

Hacer sitio para una arqueología de lo porvenir

Il y a dans le monde quelque chose qui force à penser. Ce quelque chose est l’objet d’une rencontre fondamentale, et non d’une récognition. Ce qui est rencontré, ce peut être Socrate, le temple ou le démon. Il peut être saisi sous des tonalités affectives diverses, admiration, amour, haine, douleur. Mais dans son premier caractère, et sous n’importe quelle tonalité, il ne peut être que senti. C’est en ce sens qu’il s’oppose à la récognition. Car le sensible dans la récognition n’est nullement ce qui ne peut être que senti, mais ce qui se rapporte directement aux sens dans un objet qui peut être rappelé, imaginé, conçu. Le sensible n’est pas seulement référé à un objet qui peut être autre chose que senti, mais peut être lui-même visé par d’autres facultés. (…) L’objet de la rencontre, au contraire, fait réellement naître la sensibilité dans le sens. Ce n’est pas un aistheton, mais un aistheteon. Ce n’est pas une qualité, mais un signe. Ce n’est pas un être sensible, mais l’être du sensible.”
Gilles Deleuze[1]
 

“Algo en el mundo nos fuerza a pensar. Este algo es el objeto de un encuentro fundamental y no de un reconocimiento,” dice el filósofo francés Gilles Deleuze, a quien encontré en medio de la aridez de una transición política custodiada por la sombra del dictador ungido como senador vitalicio en el Santiago de Chile de comienzos de los 90. Deleuze, el nómada imaginario de chaleco que saltó por la ventana parisina, escapando del dolor[2], fue sin duda un encuentro fundamental. Ahora, en Noruega, en medio de la experiencia de un propio volver al lugar, un otro encuentro me fuerza no sólo a pensar sino a escribir, a dar cuenta, sobre un hecho sucedido por sólo cuatro días en una vieja bodega noruega utilizada antiguamente para el almacenamiento de pescado seco.

Es 27 de Septiembre de 2014. Me reúno con Marie Nerland, directora y fundadora de VOLT. Marie es artista y comisaria. He regresado a Bergen invitado por ella y Brandon Labelle a participar en un seminario llamado The Imaginary Seminar a realizar en conjunto al propio Labelle y la artista alemana Andrea Geyer. No he estado en Noruega desde el año 2008 cuando, como artista en residencia, permanecí por 3 meses en Flaggfabrikken. Nos dirigimos al sitio donde The Imaginary Republic yace.

Desde el centro de Bergen tienes que tomar un bus por unos 10 a 12 minutos. Luego sales de la carretera principal y caminas por una calle secundaria, rodeando unas bodegas modernas, todas al borde del mar, hasta que llegas frente a una puerta que la propia curadora abre. Es Sandviksboder 78B. Dentro de éste lugar, por cuatro días, existió The Imaginary Republic.

Al recibir la propuesta de Nómade, Arte y Pensamiento, pensé inmediatamente en dos figuras que me parecían interesantes al sentido de la arqueología: una es el palimpsesto y la otra, la definición de yacimiento arqueológico.

El palimpsesto, según la definición de la RAE, es aquel manuscrito antiguo que conserva las huellas de una escritura anterior borrada artificialmente o es una tablilla antigua en donde se podía borrar lo escrito para volver a escribir. El yacimiento arqueológico es definido como una concentración de restos de actividad humana, lugar o espacio en donde, aquello que fue, vuelve a la superficie mediante el ejercicio físico y material de la arqueología.

Imaginary Republic
The Imaginary Republic, artista visual: Brandon Labelle
Comisaria: Marie Nerland
del 25. - 28. Septiembre 2014
Bergen, Noruega

The Creative Capital
The Imaginary Republic, artista visual: Brandon Labelle
Comisaria: Marie Nerland
del 25. - 28. Septiembre 2014
Bergen, Noruega

 

Al entrar a la bodega y encontrar-me-con, en medio de, la obra de Labelle, The Imaginary Republic apareció ante mí como un palimpsesto: un trabajo generado mediante la borradura, sumando sentido mediante dicho acto de saturación sustractiva, y la re-escritura, hacer forma a través de una conservación performativa. The Imaginary Republic me pareció un documento en donde se sobreponían y traslapaban diferentes planos, situaciones, sonidos y ecos. Del mismo modo, toda instalación es un potencial yacimiento arqueológico para un tiempo porvenir, y es, en su actualidad, una acumulación de actos, gestos, objetos, que permanecen en un estado de acontecimiento. No son sólo huellas que darán cuenta incompleta de un desaparecimiento suspendido por la temporalidad de un sujeto actual, sino que hacen sitio para una arqueología de un porvenir. Las instalaciones inauguran un tiempo en potencia a la disposición latente de un visitante que caiga en su espacio de intensidad[4].

La obra, el quehacer artístico de Labelle, es una arqueología para el encuentro y no para el reconocimiento. Una arqueología que trabaja en y desde el lugar de los restos, los residuos, lo que queda en resonancia de una actualidad en apariencia perdida para un presente ciego. La obra de Labelle está cruzada por esta búsqueda en medio de condiciones de pérdida, de desviación y abandono. Como desviación y abandono fue su propio deambular por el edificio del Instituto Nacional en Santiago de Chile durante las manifestaciones estudiantiles[5], en donde Labelle registró sonidos que eran ecos del propio lugar en toma, y realizó fotografías de una arquitectura educacional en ruinas. O como en este caso, en The Imaginary Republic, donde lo encontrado se presenta en estado no de yacimiento pasivo sino en estado febril, como usina que no ha dejado de producir, a pesar de la desaparición de sus obreros. Como toma de terreno que se aboca a la constitución de su sí mediante su declaración axiomática en su estar-ahí. En la obra de Labelle el visitante es un intruso al que se ha invitado a caer, a yacer activo.

En este sistema de objetos dispuestos, a través de cuatro pisos de madera, los objetos, las instalaciones, se desplazan, vibran, como herramientas aparentemente olvidadas por fugitivos, nómades, itinerantes de los cuales nunca sabremos sus nombres, porque secretos ellos, los nombres y los cuerpos del que itinera, es su condición desconocida la que les hace inmortales[6]: “Argos, perro de Ulises” (nombro aquí, a través de un ciego, a otro gran itinerante, cuya travesía cantó otro ciego, en busca de un retorno plagado de encuentros, interrupciones que son inicios, tartamudeos, residencias en formas de inexistencia para aplazar el re-encuentro con lo familiar, que nunca es tal). Este lugar plagado de objetos complejamente ordenados subraya aún más la ausencia de esos desconocidos que parecen haberlos abandonado. The Imaginary Republic espera aquí, en esta aparente condición de abandono, el encuentro de otros, como templo dejado abierto para habitantes de un tiempo en por-venir. The Imaginary Republic aparece como espacio otorgado al encuentro con un múltiple porvenir. Un sitio donde lo que era imaginario se de-vuelve a un presente, activado ahora en el encuentro del habitante de un futuro caminando hacia atrás.

Esta arqueología no sólo hace presentación de lo que hasta ahora permanecía oculto. No es sólo lugar de un desentierro indicando la existencia de un pasado. No es una arqueología forense. Sino, más bien, la construcción anarquitectónica de una ficción[7]: la exhibición es la presentación de una arqueología que constituye el espacio para una actualización. Labelle trabaja con objetos de una pobreza simbólica que pertenecen a la itinerancia poética, a una sustractividad performativa. Los objetos aquí, tiendas de fieltro con textos graffiteados, latas con enigmáticos signos rojos, cuadrados de cartón, un bote construido de bolsas, una serie de “esculturas” de arcilla, abandonadas, trozos de porcelana escritos, archivadores vacíos con etiquetas temáticas definidas, y a través de ellos, siempre, el habitar de voces, sonidos, susurros, conversaciones. Aquí no existe sólo un encuentro con un pasado, sino el encuentro multiplicante, multitudinario, con la disponibilidad infrapolítica de transformar este presente para un nuevo futuro.

Imaginary Republic III
The Imaginary Republic, artista visual: Brandon Labelle
Comisaria: Marie Nerland
del 25. - 28. Septiembre 2014
Bergen, Noruega

Los objetos aquí componen espacios en donde se inocula una potencia, una fuerza, una forma de lo que puede devenir cierto. Aquí lo utópico, en tanto que promesa, es interrumpido por la actualización que en sí mismos los objetos en su circuito exponen. Lo utópico aquí es una invitación dispuesta: “haz uso de lo que aquí encuentras”, parecen decir, porque ellos ya lo están haciendo.

 

El vagabundo, Chaplin y el hombre de la lata que suena

En la página web de VOLT se puede leer, en noruego y en inglés (la presente traducción es mía): “The Imaginary Republic investiga modelos históricos de comunidades utópicas y reforma social, así como también provee una expresión material que quizás inspire un sentido por el común y no-común de la vida. El proyecto de Brandon Labelle toma la forma de una serie de instalaciones situadas en una antigua bodega de pescado seco en Bergen. The Imaginary Republic busca incitar la especulación sobre diferentes modelos de república imaginaria definidos por el itinerante y el fugitivo.”

Labelle escribe hacia el final de su libro Diary of an Imaginary Egyptian: “To search. For the speech of the speech” [8]. The Imaginary Republic es la actualización de esa búsqueda presentada en ese libro escrito al fragor de los acontecimientos (aún por definir) de la llamada Primavera Árabe. Es el sitio de reunión de una serie de desvíos producidos e inusitados que venían acumulándose en el palimpsesto que es el cuerpo de obra de Labelle. Aquí yace el habla de el habla: el ser de lo sensible.

The Imaginary Republic dispone los materiales, los rincones, las siluetas, las figuras, los meandros, los posibles senderos, rutas, caminos. En un lugar que habiéndose vaciado de su sentido, el del almacenamiento de pescado seco, deviene sitio para el desarrollo de un imaginario. Lo imaginario es ese tiempo por venir que la propia obra nos encuentra. Un tiempo, una noción de temporalidad de la mano de formas inexistentes, “hobo’s nation”. Pero no es un yacimiento de materiales inertes, muertos. No es de materiales que sólo cederán al uso de otras manos. Son aquí, como en Through the Looking-Glass, and What Alice Found There [9], cosas animadas. Son herramientas, y procedimientos, que no se sustentan en el mero hacer a la mano de un sujeto clásico. Por el contrario, allí dispuestas, estas materias están desde ya confabulando, existiendo, conversando, acumulando energía. Sus distancias, las resonancias que producen entre sí, las sombras que acarrean, la interrupción que crean a nuestros cuerpos ingresando en sus espacios, son ya militantes energías que conducen a los cuerpos. Estas interrupciones son interpelaciones. Asistimos, caemos, a un teatro de las cosas, donde son ellas las que son la tribu, ellas las inmortales. Asistimos a su República.

Hobo Nation
The Imaginary Republic, artista visual: Brandon Labelle
Comisaria: Marie Nerland
del 25. - 28. Septiembre 2014
Bergen, Noruega

“Oh Hobo… where are you? What kind of figure should I use to cover you, as though it would be possible to dress you as a familiar form?”

[Extracto de poema escrito inmediatamente después de la visita a The Imaginary Republic]

Hobo, es el trabajador migrante, o el vagabundo sin hogar pero que trabaja ocasionalmente en el proceso de su deambular. Hobos son trabajadores itinerantes. Sólo trazan instantes de lo que son y lo que queda es un patchwork deshilachado cuyos agujeros no pueden ser llenados sino por el imaginario. ¿Cómo hacer arqueología de la existencia inexistente de un hobo? ¿Cómo dar cuenta de sus actividades? ¿En dónde encontrar el yacimiento de sus restos? ¿Cuál es la República de los hobos? La República es un modo de gobierno que reside en el pueblo. Si consideramos la asociación de estadía en un sitio como el mínimo convocante para el establecimiento de una república, ésta república de hobos sólo tiene estancia en una temporalidad reducida, inexistente en el itinerario creativo de cada hobo. A diferencia del establecimiento de permanencia, una república de hobos sería aquella que desde su constitución considera su desaparecimiento como instituyente asociativo. Tampoco caben aquí las alianzas sanguíneas o filiales que condicionan a los nómades, circunscritos a su deambulación en circuitos. La república de hobos inexiste produciendo múltiples trazos, cualquiera de ellos verdadero y cualquiera de ellos falso. República de Inmortales, donde el olvido, en tanto que instituyente, no supone ningún poder siquiera. Ni marca para señalar su excepcionalidad, ni marca para señalar su pertenencia, ni entre ni trascendencia, sin importancia, la república imaginaria de hobos desaparece ante nuestras vistas para aparecer en algún otro lugar y tiempo. La resonancia de su aparecer acontecería en los márgenes y roces de los objetos. Sólo en aquel lugar, que transeúnte también, podría ser hallado un modo de “volver a traer” a la superficie. Al igual que la orina de los lobos, su trazabilidad depende de la repetición del gesto, del hábito, como único medio de recomposición mnémica. Una república hallada por el hedor, por el residuo que marca, por el murmullo de sus cantos impregnados en los cantos de las rocas.

En una de las plantas aparece la figura, proyectada en video, de un hombre en una calle que hace sonar una lata. Suponemos que en su interior bailan algunas monedas que ha recogido de los transeúntes a su alrededor. El video no trata de un hombre que pide dinero, sino del sonido que provocan esas monedas en esa lata que sostiene ese cuerpo, y de la figura compuesta por ese cuerpo en un movimiento, en una danza, que provoca y que es parte del sonido de roces emitido por las monedas y la lata. Ahí sucede un exceso, una diagonal, que en medio del ruido y devenir de la ciudad, acontece en tanto que ausente universal. Una excepción que marca indiferente al trascendental. Como la secreta orina de la mañana en una sábana. El que ahí cuerpo, suma de humano y lata y monedas y, es dispuesto aquí, itinerado a la Imaginary Republic, como fantasmática inexistencia. Hay dos figuras más que componen un triunvirato, tres figuras, como tres ventanas, que son piezas arqueológicas: a la imagen del hombre-lata-monedas se suma una proyección de una película de Charles Chaplin, y en un monitor, se puede ver la animación de un vagabundo que, llegando a la ciudad, intenta comer un pastel. Las tres imágenes presentan formas de hobos, de itinerantes, de excedentes, de outsiders, inexistentes viviendo. Las tres son huellas fugaces en movimiento, espejismos que en su re-representación exponen nuestra actualidad a la arqueología de economías escondidas, infrapolíticas a disposición.

Imaginary Republic IV
The Imaginary Republic, artista visual: Brandon Labelle
Comisaria: Marie Nerland
del 25. - 28. Septiembre 2014
Bergen, Noruega

 

La Santabárbara[10] o la conclusión

El último piso de la bodega es alto, luminoso, y en él se compone el último estadio de The Imaginary Republic. Una diagonal de banderines de colores pende del cielo y atraviesa la sala. Componen los banderines de colores un texto: “Creative Workers Unit”. La declaración evidencia el aparente susurro de todas las herramientas puestas al servicio de una actualidad a crear. Los trabajadores deben unirse como la fuerza, sujeto de la historia a realizar, que puede replantear el mundo. Hoy los trabajadores creativos somos todos, incluidos nuestros estados de ocio. El precariado es constitutivo en el modo de existencia contemporánea, que sucede tanto en la reproducción espasmódica de la “vida”, éste doble animado-anidado en la producción política, a través de las redes sociales y en el consumo familiar de esas “memorias”, así como también y desde, en lo que al “trabajo” de las comunicaciones y finanzas refiere, así como también a la labor de los cuerpos-inmigrantes-ilegales, de los campesinos, sex workers, etc. Todos estamos incluidos. “¡Uníos!”.

En una de las orillas de la sala, hay dispuestas una serie de estanterías en donde yacen, como la forma de un archivo suspendido, una serie de trozos de porcelana quebrados sobre los cuales hay escritos textos, les acompañan computadores en donde se presentan una serie de videos donde unas bandas de textos se desenvuelven desde cajas de música. Finalmente, hay también una serie de archivadores que están etiquetados pero que no contienen ningún archivo. El archivo parece esperar, sabiendo ya su temática, la llegada de aquello que deberá ser archivado una vez el acontecimiento haya ocurrido. Frente a todo este display, otro video aparece colgado, en silencio, donde un grupo de bailarines, aparentemente improvisando, se mueven dentro de lo que parece ser Berlín. Hay también una mesa, unos libros, y un cuaderno que parecen pertenecer a Brandon Labelle. En él hay dibujos, diagramas, textos, algunas postales. No alcanza tampoco a ser un diario de viaje, es menos que eso. Es como un conjunto de anotaciones dejadas suceder. Es el último piso del yacimiento arqueológico. El sitio está completamente recorrido. Parece no quedar sino volver a salir.

Marie me comenta que la única vía de escape, en caso de emergencia, en este viejo almacén son las ventanas: es saltar por las ventanas y caer al mar.

Barcelona, 2014

NOTAS:

[1] The Imaginary Republic es el nombre de la exhibición del artista americano, radicado en Berlin, Brandon Labelle realizada en la ciudad de Bergen, Noruega entre los días 25 y 28 de Septiembre de 2014. La curadora de la muestra fue Marie Nerland, directora y fundadora de VOLT, proyecto curatorial existente en Bergen desde 2008. El presente texto está sujeto a la doble coincidencia del encuentro con esta obra, The Imaginary Republic, y a la invitación que me realizara el equipo de Nómade, Arte y Pensamiento para su último número.

[2] Deleuze, Gilles (2011) “L’image de la pensée” en Différence et Répétition, Presses Universitaires de France, 182.

[3] “Gilles Deleuze s'est donné la mort le samedi 4 novembre 1995, en se jetant par la fenêtre de son appartement, avenue Niel, à Paris.” Maggiori, Robert en Liberation; Le Nouveau Quotidien, Noviembre 6 de 1995, 31.

[4] Carlos Leppe (Santiago, 1952) artista chileno, en el catálogo de su exhibición Cegado por el Oro (1998) en Galería ANIMAL (Santiago de Chile), comentaba que toda instalación es un campo de fuerzas constituido por la intensidad generada por los cuerpos de los propios objetos. De una manera similar podemos citar aquí el catálogo The Uncanny, de la exhibición del mismo nombre comisariada por el artista americano Mike Kelley (1954-2012). The Uncanny fue una exhibición dentro de una exhibición. Originalmente invitado a una exhibición internacional de escultura, Kelley presentó una exhibición sobre lo ominoso, mediante archivos, fotografías, objetos. En el catálogo de dicha exhibición, The Uncanny (1993), escrito por el propio Kelley, dice: “(‘uncanny’) It is a physical sensation, and one that, in my case, I have always associated with an “art” experience –generally an interaction with an object or a film. And this sensation is tied to the act of remembering. (…) These feelings were provoked by a confrontation between ‘me’ and ‘it’ that was highly charges, so much so that ‘me’ and ‘it’ become confused.” En The Imaginary Republic existe este estado de confusión, por intensidad, que es lo que aquí quisiera subrayar, más allá de la noción precisa de 'uncanny' u ominoso, que en el caso de Kelley está más basada en el argumento de Ernst Jentsch, autor de ‘On the Psychology of the Uncanny’ (1906) que en el texto de Sigmund Freud “Lo ominoso” (1919). La condición del visitante, como Alicia al otro lado del espejo, es la de una intensidad que se confunde y deviene parte de lo que acontece en el sitio, mundo singular en el dónde aparece ahora. Este estado de confusión, o de inclusión, no estaría basado en una rememoranza, de allí su distancia con lo ominoso, sino estaría mediado por el encuentro, producido por la disposición de los elementos, por la propia actividad de esos elementos, por el campo de fuerzas elaborado mediante sus cercanías y lejanías, sus movimientos.

[5] Brandon Labelle ha estado en Chile en diferentes ocasiones. En una de ellas, durante las largas tomas (la toma es un procedimiento político popular generalizado en Chile en los años 60’s a partir de procesos de Reforma Agraria. A través de la toma un grupo de personas -campesino o pobladores- se “implanta” ilegalmente en un terreno baldío o sin uso de propiedad privada, y mediante esta acción presiona al gobierno para ceder el terreno a uso público) de los espacios educacionales realizadas por los propios estudiante como forma de forzar al gobierno de turno a cambiar las políticas de estado en relación a la educación pública, las cuales aún hoy siguen ensombrecidas por la intervención dictarorial de 1973. Labelle ingresó a los espacios en toma de la casa central de la Universidad de Chile (primera Universidad del país), y al edificio del Instituto Nacional, colegio histórico y emblemático de la educación pública chilena. Una de las bases de este colegio ha sido su excelencia académica, a pesar de su condición de público, y por el cual pasaron como estudiantes muchos presidentes de Chile. Labelle hizo uso de algunas imágenes de este recorrido y de las grabaciones de sonido hechas en el lugar para su performance-lecture dentro del Imaginary Seminar.

[6] Borges, Jorge Luis (1947) “El Inmortal” se publicó por primera vez en la revista Anales de Buenos Aires, dos años después reapareció en el volumen El Aleph de editorial Losada.

[7] “La responsabilidad de los artistas contemporáneos es esa, proponer nuevas ficciones. Lo cual no es fácil, porque al comienzo las nuevas ficciones no son reconocibles. Ellas parecen ajenas a un mundo dominado por la competición y el dinero. Yo pienso que la invención de nuevos modos de ficción y de nuevas formas de crear ficciones es extremadamente importante.” Alain Badiou en Biocon TV, Occidente: Portraits, Visions and Utopia, 2012.

[8] Labelle, Brandon (2012) Diary of an Imaginary Egyptian, Errant Bodies Press: Doormats 2, Berlin, 103.

[9] Carrol, Lewis (2006) Alicia a través del Espejo, trad. Marià Mánent, Editorial Juventud, Barcelona

[10] La Santabárbara es el lugar en dónde se almacenaban los barriles de pólvora en los navíos. El nombre que recibe el sitio se debe a que generalmente estaba la imagen de la Santa Bárbara, mártir cristiana, patrona de las profesiones con explosivos. La oración de los artilleros dice: «Gracias Señor, gracias te doy porque me diste la gracia de ser de los primeros. Me diste por tu amor ser lo que soy, me diste la aristocracia de ser solamente un artillero. Bombardas, culebrinas, falconetes, morteros, obuses y cañones. ¡Qué importa si iluminan hasta los cielos enteros con sus bellas explosiones! Sin escudos al amparo mi corazón se embarga de los más bellos sones al oír los disparos, descarga tras descarga, de acerados cañones. Un fuerte, una muralla, parapeto, trinchera, un fortín, un abrigo todo el aire es batalla y explosión artillera en el campo enemigo. No importa vivo o muerto ser general, teniente, cabo apuntador o artificiero. Sólo importa, muy cierto, el oficio más bravo de ser solamente hijo de Santa Bárbara y artillero.»

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