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#06 Octubre 2014 / El artista como arqueólogo

Avinyó invisible, Avinyó simbólico

Comisario: Alma Cardoso
Artista: Cal Gras

En 1972 Italo Calvino publicó Las ciudades invisibles, un metafórico texto en el que el autor nos permite ser testigos de las narraciones con las que el viajero Marco Polo deleita los oídos del gran conquistador Kublai Kan. El veneciano es un heraldo, y su misión es recorrer todo el imperio para posteriormente, en presencia del monarca, recrear cada una de las ciudades conocidas, pues irónicamente, la vastedad de su territorio ha hecho imposible que pueda aprehenderlo en su totalidad.

Marco Polo narra las ciudades de tal forma que Kublai Kan reconstruye en su mente todo lo que en esos lugares sucede. El estilo metafórico y ornamentado del cronista embelesa y alimenta la creatividad del líder mongol a la vez que genera en él imaginarios que sólo son posibles a través de las narraciones subjetivas que su interlocutor le proporciona.

Poco a poco la historia deja ver que aunque el emperador jamás estará físicamente en ciudades como Pentesilea, Zoe o Bauci, las construcciones narrativas que Marco Polo ha inventado para él le permiten conectarse con partes de esos mundos que son sólo posibles de concebir a través de la perspectiva que el viajero le ofrece, pues en su versión del lugar está implícita su propia individualidad. Incluso el lenguaje verbal les resulta insuficiente, por lo que en vez de palabras prefieren comunicarse con señas, ademanes, bailes y gestualidad.

Las ciudades invisibles abre la senda de la ensoñación, lo metafísico y lo etéreo, pero también alude a los modos en que los símbolos permiten a los sujetos vincularse con la parte abstracta e intangible de algo tan real como lo puede ser una urbe. Cada ciudad que Marco Polo describe mantiene concordancia con un lugar que visitó pero que definitivamente no es el mismo que relata, pues ahora él se ha integrado en la narración y retrata a la ciudad a través de su mirada. Por su presencia y perspectiva un nuevo espacio ha nacido, que es simbólico y existe en el imaginario de otro, pues como lo pensó Kublai Kan “quizá el imperio […] no es sino un zodiaco de fantasmas de la mente”.[1]


[1] CALVINO, Italo, Las ciudades invisibles, SIRUELA, Madrid, 1990, p. 15

 

El proyecto Arte y territorio que durante el 2014 impulsaron Cal Gras y Nómade, versa precisamente sobre cómo el análisis y la interpretación de la territorialidad son detonantes para el autoreconocimiento a la vez que permiten generar conexiones con “el otro” subjetivo, geográfico, intelectual o estético. Siendo uno de los principios rectores de Cal Gras fungir como un espacio creativo que  se ocupa de indagar en las construcciones fácticas del arte, es natural que las reflexiones sobre el espacio (en sus sentidos conceptuales y tangibles) sean el leitmotiv de su estandarte. Así, reflexiones sobre la localidad, la memoria, la colectividad, el documento y la ciudad constituyen el detonante creativo para los artistas que confluyen en Cal Gras en sus programas de residencias, volcando la mirada siempre hacia la construcción estética a partir de los núcleos sociales que cohabitan el espacio. Nómade por su parte, busca desde la crítica y la reflexión analizar las propuestas creativas que confluyen en el espacio urbano promoviendo puntos de conexión entre fenómenos específicos y posturas teóricas plurales provenientes de distintas localidades, por lo que su soporte virtual representa una herramienta potente para lograr su cometido. De la comunión intelectual de estos dos centros de gestión y análisis del arte surge la ya mencionada Arte y territorio, convocatoria que invitó a que los participantes reflexionaran -desde disciplinas y acercamientos varios- sobre las posibilidades de simbolizar la ciudad de Avinyó para proyectarla desde el diálogo artístico a un autoanálisis y a un reencuentro con el mundo.

Mapa Cal Gras

Mapa de Avinyó. Tomado de Google Maps, 28 de septiembre del 2014

Como si se tratara de Marco Polo en el texto de Calvino, ocho artistas (exploradores) de diversas latitudes se dieron a la tarea de recorrer, documentar, sentir y convivir con Avinyó (sus habitantes, espacios, historia, relatos y fantasías), que ahora llega a nosotros del mismo modo que las ciudades místicas que otrora fueran parte del reinado de Kublai Kan: a través de las construcciones sociales que los creadores presentan ante nosotros. Avinyó se muestra así como ocho ciudades diferentes, ocho símbolos que fueron construidos para dar paso a la ciudad mítica que ahora fluye alejada de su anclaje material.

El "fenómeno artístico" de Avinyó se integra por dos componentes elementales en la construcción de objetos artísticos, los cuales se encuentran en un constante proceso dialéctico y abren las dimensiones apreciativa e interpretativa ante quien los observa. Juan Diego López[2] identifica por un lado la denominada "imagen artística", que es también entendida como el principio de realidad a partir del cual el productor de la obra reflexionará para después concretar en un objeto. A la vez, existe también el "signo estético", que involucra las cualidades formales y por lo tanto es la parte aprehensible de la obra, el cuerpo físico que el artista ha decidido darle a esa abstracción subjetivada del mundo. Es importante hacer notar que, tanto la imagen artística como el signo estético implican juegos de dualidades, donde el artista –a través de un método dialéctico-, combina lo objetivo de las ideas con las formas sensibles extraídas de su propia reflexión y entendimiento personal del mundo. 


[2] LÓPEZ, Juan Diego, Imagen artística y signo estético, Praxis, enero-julio, núm. 21-22, Ciudad de México, 1982, p. 57-64

 

De este modo, el fenómeno artístico, se presenta como un símbolo que reúne pensamientos subjetivos acerca de conceptos objetivos, y que se manifiesta materialmente como una combinación de aspectos (ideas) reconocibles del mundo expresados desde una visión individual, pero que por su constitución tienen la posibilidad de conectar con otros, pues se articula empleando formas convencionales (reconocibles y legibles por otros) aunque con niveles complejos de subjetividad que el autor determina. En adición, este proceso formativo del fenómeno artístico se distingue de otros procesos simbólicos por problematizar la dinámica entre el significante y el significado, pues la relación que hay entre ellos no está hecha de manera obvia ni directa sino a través de mecanismos de sustitución, lo que significa que los signos artísticos emplean puntos de tensión entre lo convencional y lo personificado para invitar al interpretante a realizar una lectura compleja y poco usual del símbolo. Así pues, la base y riqueza del fenómeno artístico es la contradicción dialéctica, donde lo objetivo y lo subjetivo se funden de una manera poco convencional para permitir una interpretación "no-literal" del entorno, siendo quizás ese, uno de los grados más complejos de relación entre el ser humano y su mundo.

Arqueólogos de realidades intangibles

Los trabajos realizados en Cal Gras sin lugar a duda son manifestaciones simbólicas de Avinyó, pues a través de las distintas propuestas se ha generado un archivo que recrea la ciudad imaginada por la colectividad a través de visiones subjetivas. Los artistas participantes desarrollaron una metodología cautelosa donde recuperaron y razonaron  elementos de la ciudad para configurar propuestas específicas e irrepetibles.

Flavio Banterla

Flavio Banterla registrando sonidos y relatos que después formarán parte de las piezas sonoras tituladas Derivas de la historia sonora

Sergio Selvas

Sergi Selvas (colectivo Mixité). Estudio de los diferentes brotes y recorridos del agua de la ciudad para la obra A.Fluent

En una planeación de corte arqueológico, Chiara Bertin, Marta Ricart, Alberto Gil, María José Planells, Laura Savio, Helen Torres y Roc Albalat, Flavio Banterla y el colectivo Mixité (Marta Carrasco y Sergi Selvas), localizaron, recuperaron, clasificaron y documentaron información emanada de la memoria y el presente de Avinyó para generar diferentes fenómenos artísticos. En ellos se concentra la ya mencionada contradicción dialéctica entre la imagen artística y el signo estético, la cual permite al interpretante conectar con la ciudad tangible al mismo tiempo que crear una versión imaginaria inspirada en ésta.

María José Planells

María José Planells con miembros de la comunidad tejiendo fragmentos de la pieza In Situ

Cada creador consolidó una Avinyó simbólica, y para cada proyecto se desarrolló un sistema compilatorio de registros específicos que contribuyera con la edificación colectiva de la imagen artística de la ciudad, es decir, con la idea de lo que ésta es desde la perspectiva de quienes formaron parte de este proyecto (artistas y ciudadanos). Así pues, los habitantes fueron el medio proyector de crónicas, sonidos, formas y trazados del Avinyó atemporal que existe en el consciente de quienes la viven y la han vivido, lo que ayudó a la aparición de una perspectiva nueva de la ciudad. A la vez, cada artista se posicionó como un arqueólogo de imaginarios, de espacios y de usos, recuperando desde lo público la idea del territorio en sus acepciones sociales, naturales, recreativas, y sensibles. Dichas visiones, terminaron también por nutrir la configuración de ocho signos estéticos, lo que quiere decir que los artistas conectaron con la parte abstracta de Avinyó y que de ella derivaron diferentes formas sensibles. Las obras de arte entonces, derivan la visión colectiva (ideas) en objetos perceptibles (formas), que fueron habilitados a partir de la propuesta cohesionadora que cada artista documentó y propició.

Mapa de la ciudad de Avinyó para el proyecto de Helen Torres y Roc Albalat, en el que se plantean recorridos imaginarios por la ciudad, a través del desarrollo de personajes ficticios

Imagen de uno de los bordados realizados por la artista Laura Savio.
Las estructuras geométricas resultantes derivan de la arquitectura y de la percepción del entorno a partir de recorrer los espacios que lo conforman.

De la arqueología de memorias y palabras propuesta por Chiara Bertin derivó la pieza Habito, en la que retoma el entendimiento del espacio colectivo como lugar de convivencia. La recuperación de los recuerdos de los habitantes de Avinyó en torno al concepto propuesto por Chiara, dispara reflexiones que se convierten en producciones artísticas que involucran disciplinas como el diseño y el dibujo, generando instalaciones en las que el observador puede ver concretadas las narraciones del colectivo. ¿Cómo entendemos la palabra habitar? La artista indaga las posibles respuestas partiendo del conflicto idiomático, pues aunque en lo concreto la palabra se entiende como un sinónimo de vivir o morar, también alcanza significación cuando se refiere a los espacios públicos, para los que el término posee una carga emotiva que da cohesión al colectivo. Así pues, en Avinyó se habitan los parques, los salones y las casas de retiro, aunque cada vez coexistimos menos en compañía de otros, hay lugares que se suspenden en el tiempo y que se cimientan en la convivencia.

Chiara Bertin diseñando e instalando Habito

Chiara Bertin diseñando e instalando Habito

Chiara Bertin, Habito

Por su parte, Marta Ricart se decanta por la experimentación sobre y en el espacio para propiciar reflexiones acerca de los usos y entendimientos que los habitantes de la ciudad tienen de él. El concepto de posición se vuelve un punto central en sus ejercicios performativos, y a través de su cuerpo invita a los transeúntes a vincularse con ella y con los demás mediante la ocupación del lugar del otro en el entorno citadino. Tenues es un proyecto en continuo desarrollo, cuya manifestación estética ha producido registros de sus acciones en formatos de fotografía y video. Involucrándose de una manera sutil en el ambiente de la localidad, Ricart motivó en Avinyó la participación de las personas de diferentes espacios públicos –a través de lo que ella denomina práctica de contagio-, y el resultado artístico de sus investigaciones fue la reproducción del andar por las calles de la ciudad usando los zapatos de quienes voluntariamente se sumaban a la experiencia de tomar una posición en el espacio a través de la postura del otro –literalmente hablando-. Caminar en Avinyó es cómodo y placentero, pero sólo se anda de verdad por sus calles cuando se usan las zapatillas de las mujeres trabajadoras, los tenis del deportista o las sandalias del turista curioso.

Zapatos para la propuesta Tenues de Marta Ricart

Zapatos para la propuesta Tenues de Marta Ricart

En la misma línea que busca el reconocimiento del territorio a partir de la experiencia personal, Alberto Gil construyó un Avinyó basándose en la métrica y temporalidad que dictaminan sus proporciones físicas. Al recorrer el territorio entero, Alberto se convierte en un flâneur[3] que recupera la visión de la ciudad haciendo hincapié en las cualidades antropomórficas como medio para interpretar la traza urbana. Ser consciente de la ciudad mediante el vínculo directo que se procura a través del cuerpo propio -con sus límites y alcances físicos y temporales-, implica la resimbolización de la ciudad a partir de la subjetividad de quien la recorre. En un giro interpretativo adicional, los recorridos de Alberto Gil son minuciosamente interpretados en grafías que guardan proporciones con sus pasos y distancias recorridas. La pieza resultante [Avinyó] 970594 cm [12286 pasos] se convierte entonces en el código del código, en un mapa relatado a partir del acto de caminar de un solo sujeto que concentra los andares de miles. De Avinyó no es posible hacer un mapa acertado, pues la ciudad cambia constantemente según quien la camina, por lo que cada vez que alguien anda por la ciudad, en algún lugar, un nuevo trazo a la medida de la persona se está dibujando.



[3] La figura del flâneur desde la perspectiva de Charles Baudelaire y de Walter Benjamin representa una de las figuras características de las ciudades modernas, donde el recorrer y el andar se convierten en una actividad de esparcimiento y ocio. El observar y el recorrer las calles de las ciudades permite el contacto con el nuevo paisaje urbano, poniendo de manifiesto la cualidad contemplativa y reflexiva del hombre del entorno urbano. 

 

Alberto registrando sus andares por la ciudad para [Avinyó] 970594 cm [12286 pasos]

[Avinyó] 970594 cm [12286 pasos]

[Avinyó] 970594 cm [12286 pasos]

Así como Kublai Kan presenció atentamente la escenificación de las ciudades que Marco Polo recreó en su honor, nosotros podemos también ser testigos contemporáneos de las de Avinyó creadas a través de la iniciativa Arte y territorio de Cal Gras y Nómade. Cada uno de los proyectos plantearon una conexión especial con la ciudad y sus habitantes desprendiéndose de la visión de artista como agente señalador o rescatador de memorias. En vez de ello, las obras se presentan como formas sensibles que desentrañan o representan aspectos característicos de la ciudad y sus habitantes, y que fueron construidas por ellos mismos en el plano de lo conceptual o de lo sensible. De esta manera, las ocho Avinyó a las que nosotros podemos acceder a través de este medio conectan con la ciudad real desde lo arqueológico, al haber sido fundamento para que los artistas encarnaran nuevos símbolos. Las obras de arte son ahora también un medio para conectar con diversas cualidades de la ciudad y, de alguna manera, pretender que andamos en ella y la conocemos.

Las posibilidades de conexión dependen, como sucedió en el texto de Calvino, de nuestra disposición de interpretar un mundo a través del soporte comunicativo que se nos presenta, para imaginar y dar lugar a nuevos espacios que encuentran afinidades, desde lo particular, con lo universal.

Bibliografía:

BENJAMIN, Walter, Libro de los pasajes, AKAL, Madrid, 2004
CALVINO, Italo, Las ciudades invisibles, SIRUELA, Madrid, 1990
LÓPEZ, Juan Diego, Imagen artística y signo estético, Praxis, enero-julio, núm. 21-22, Ciudad de México, 1982, p. 57-64

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